Sabemos que el packaging junto al logotipo es una de las claves de cualquier marca. El logotipo nos ayuda a reconocer rápidamente cualquier marca, pero en los últimos años se ha dado mucha importancia al packaging donde queda recogida tanto la imagen de marca como los valores y filosofía del producto.
Las tácticas para atraer la atención de los posibles compradores son muchas y muy variadas, pero en todas ellas es importante tener en cuenta ciertos aspectos:
– Puesto que el público es cada vez menos impulsivo, es importante conocer a quien nos dirijimos y fidelizarlo.
– Tras analizar nuestra competencia, en el packaging debemos saber resaltar las virtudes que diferencian a nuestro producto del resto.
– Por supuesto nuestro packaging debe respetar al máximo los colores, tipografías, etc.. de nuestra marca y del tipo de producto en cuestión.
– Los envases inteligentes, como ya hablamos en este artículo, son un plus para el producto. Ya que presentan un valor añadido y ofrecen información extra al consumidor.
– Debemos adaptarnos las prácticas de negocio electrónico que más relevancia están tomando en los últimos años, innovando en consonancia.
El packaging adaptado al cliente
Debemos conocer en todo momento las tendencias de nuestros consumidores para de esta forma ir adaptándonos a ella. Por ejemplo, en los últimos tiempo vuelve a ser importante lo tradicional y ecológico. Para ello se resalta mucho en el packaging términos como “sano” o “casero”.
De igual forma, en esta capacidad de adaptación es importante que se tenga siempre en cuenta la identidad y el desarrollo de imagen de nuestra marca. Hemos de ser capaces de mirar al pasado y mantener los valores que identifiquen la marca con la que estemos trabajando y que estén asociados a ellas desde su creación para evitar confundir a los clientes habituales. De no hacer esto podríamos perder su confianza y la credibilidad de la marca.
En resumidas cuentas, el objetivo de un buen packaging es el de crear una rápida asociación de ideas en la mente del consumidor para incentivar la compra del producto que intentamos vender. Para ello hemos de conocer sus necesidades, intereses y a nuestra competencia para adaptarnos y evolucionar con ellos.
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