Hoy en día el mundo del cine se vale de mil y una estrategias para dar a conocer sus nuevas producciones. Campañas de marketing millonarias que nos invaden en la televisión, en el móvil o cualquier página web que visitemos con un elaborado trabajo de diseño gráfico. Las grandes superproducciones nos bombardean con una enorme cantidad de carteles diferentes meses antes de su estreno, teaser trailers, adelantos de trailers y un sin fín de estrategias que aseguran la presencia de la película en los medios semana tras semana.
Pero por supuesto esto no siempre fue así, hubo un tiempo en el que un cartel debía resumir toda la esencia de esa cinta y funcionaba de forma mucho más determinante en la decisión final de ir o no a ver una película a las salas.
En los orígenes del cine y durante muchos años la composición de cartelería tenía mucho de artesanía. Para la ejecución de los mismos se utilizaba a artistas y pintores, que creaban magníficas ilustraciones centradas en los protagonistas o en escenas importantes de las películas que se promocionaban. No era tanto un trabajo de diseño gráfico como una creación artística.